viernes, 29 de mayo de 2009

Réquiem por una Tormenta

Frase PacificMaker[Mi libertad termina donde comienza la de los demás]

Me tomó una milésima de segundo entender que había perdido los grilletes constrictivos que me había auto impuesto por temor a la verdadera paz, esas pesadas cadenas marcaban los pasos a ritmo de penitencia, cada eslabón decodificaba una melodía de esperanza y ternura.

Las metálicas marcas hacían de mis brazos los crisoles más débiles que haya podido ver; la carne viva comenzaba a transpirar desesperación, calmaba su fuente de tormento inhalando la libertad proporcionada por la gigantesca majestuosidad del límite horizontal. No podía precisar en ese momento si todo Dios era azul, pero en ese delicado flagelo a mis párpados podía sentir que una aureola celeste me aplastaría ni bien reconociera mi nuevo estado. Realmente me había despedazado arrancándome el megajuicio de mis muñecas, me pudría con todo el odio del ardiente ojo omnipresente, la arena me tragaba con su repudio a la humedad obligándome a arrastrarme para poder suplicar una cicatrización. Desorbitado y funámbulo por seguir la línea de vida, comenzaba a deslizarme por el límite del estado más puro de libertad y la aberración que empeñó mis órganos. Esta secuencia también me tomó otra milésima de segundo.
El drama está, en que fue muy fácil. Esto me lleva a la conclusión que nunca hubo grilletes, nunca hubo penitencia, nunca hubo una tormenta; la ilusión de pasar el tiempo en mezclas constructivas de ideas, de pequeños dogmas, interacciones físicas y muchas otras implicancias resolvían el misterio de la falta de calidez de tan gran desierto. Y es porque nunca dejé de caminar hacia ese eterno atardecer, la climatología que daba trasfondo a todos los procesos comunicativos que comenzaba plantear, ya se grandes impactos en los subconscientes de quienes no creen o la estructura más elemental para crear una marca. Evidentemente el planeta y yo nos movemos gracias a la definición que impone la tranquilidad de la relatividad general, una secuencia de ocasos se dan sin ningún límite temporal, el cual logra en mi espíritu la verdadera consciencia de un plano metafísico que no tiene punto tangencial con los aspectos tridimensionales. Esta renovada reafirmación de la maravilla cotidiana, esqueleto de mis futuras teorías, son también reflexionadas a la mayor distancia posible, en un pequeño fragmento que jamás pude recordar su nombre, pero que disfruta mucho más veces la puesta de esta gran masa de hidrógeno y helio. Este distante trotamundos, sabe que también mi inmenso desierto está a su disposición, hasta que mi amnesia me asesine por completo, lo esperare probándome todos los grilletes que sean de mi talla.

No hay comentarios: